La intimidad consiste en tener algún tipo de cercanía. Al tenerla, invitamos a la otra persona a contactar y conocer partes así como espacios privados y/o vulnerables.

Podemos experimentar cercanía con alguien que conocemos de toda la vida o con alguien que acabamos de conocer. Podemos experimentar intimidad con amigos/as, familiares, vecinos, cuidadores, parejas románticas o sexuales o hasta con alguien que se sienta a nuestro lado en el autobús.

Si bien la intimidad puede darse en un breve periodo de tiempo o construirse y hacerse más profunda a medida que pasa el tiempo , la intimidad requiere confianza. Que podamos construirla tiene mucho que ver con el comportamiento de todos/as, no sólo de una persona. No todo el mundo quiere o está preparado/a para ello.

¿Qué ganamos al compartir un espacio íntimo? 

Puede aumentar nuestra capacidad de compasión, simpatía y empatía. Podemos aprender a ser más pacientes e tolerantes con nosotros mismos/as y con los demás. Es una de las formas en las que podemos aprender a amarnos a nosotros mismos y a los demás.

Importante: Lo que es y no es íntimo para la gente es personal e individual.

Algunas formas de intimar y construir la intimidad (mas allá del sexo) son:

• Comunicar nuestros sentimientos, incluidos los duros o incómodos.
• Dejar que alguien entre en algo que consideramos una experiencia privada o sagrada.
• Compartir nuestros pensamientos, sueños, objetivos o ideas, como también cosas significativas o valiosas.
• Disfrutar del tacto u otras formas de estar físicamente cerca, sexuales o no.

No lo olvides: cuando somos vulnerables juntos/as, debemos tratarnos con más sensibilidad, amabilidad y cuidado. Todos/as somos más frágiles cuando tenemos intimidad.

Escrito por:

Deborah Kern

Bachiller en Comunicación para el Desarrollo por la Pontificia Universidad Católica del Perú

Actualizado por Equipo Juntas: agosto, 2022