La terapia es un proceso de colaboración, como la construcción de una casa.

Primero que nada, es un espacio donde no vas a ser juzgado/a por tu terapeuta. La terapia suele consistir en ahondar en los problemas para averiguar cuál es su causa y desarrollar técnicas más saludables para poder afrontarlos. Por ejemplo, si tenemos una casa y encontramos termitas podemos decir: «¡Ajá, esta casa tiene termitas!». Tenemos dos opciones: 1) dejarlo así 2) llamar a un exterminador.

Cuanto más activo sea el papel que tome la/el paciente para abordar las temáticas que más perturban, mayor beneficios tendrá. La idea es buscar acciones y hábitos que incrementen el bienestar.

Pero si hablar sobre temas sobre tí y tu historia te cuesta, una de las soluciones más sencillas es escribir todo lo que sientes en una nota y dársela o leérsela a tu terapeuta. También, puedes enviarlo a través de un mensaje antes de la sesión. Esto puede hacer que te sientas menos presionada/o y te da la oportunidad de articular sentimientos complicados o difíciles a tu propio ritmo.

Algunos de los beneficios que te traen ir a terapia son:

• Incrementan el bienestar general
• Conocerse a uno mismo
• Aprender a establecer límites
• Mejorar la percepción que se tiene de uno mismo/a

No olvides que tienes derecho de terminar una relación terapéutica cuando desees. Si tu terapeuta te hace sentir vergüenza es una señal de que no es una buena opción para ti y querrás ver qué otras opciones hay disponibles.

Esperamos que todo esto te haya dado algunos puntos de partida para abordar complejos sentimientos sobre diferentes temas, tanto con un terapeuta como contigo misma/o.

Escrito por:

Deborah Kern

Bachiller en Comunicación para el Desarrollo por la Pontificia Universidad Católica del Perú

Actualizado por:

Equipo Juntas, agosto 2022