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El trauma y el cuerpo

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Solemos entender el trauma como un evento o experiencia adversa que nos cambió la vida. Si bien es cierto que haber vivido una situación de abuso, un duelo, un desastre natural o un contexto de guerra, generan graves repercusiones en la salud mental de las personas. Actualmente, se considera que haber vivido repetidas experiencias estresantes como maltrato, rechazo, negligencia e invalidación, también generan un trama en la persona.

Reacción del cuerpo al trauma

Nuestro cuerpo está diseñado para sobrevivir. Haber sobrevivido un trauma le enseña al cuerpo que «está en peligro y necesita protegerse». Esta respuesta es automática, predecible y biológica, debido a que el Sistema Nervioso se ha visto modificado a raíz del trauma. En otras palabras, no podemos pedirle a nuestro cuerpo que actúe de otra manera.

Es frecuente que las personas sobrevivientes al trauma:

  • Reaccionen de forma irritable, agresiva y/o impulsiva ante situaciones estresantes
  • Presenten dificultad para mantener la atención
  • Presenten una pobre confianza en uno mismo y/o en los demás
  • Tengan una pobre motivación
  • Presenten frustración y preocupación
  • Realicen continuas quejas de dolor físico: dolor de cabeza, tensión del cuerpo, problemas de digestión. No obstante, acuden al doctor y no reciben un diagnóstico.

Este último punto es bastante importante de notar debido a que muchas personas que atraviesan una situación traumática no suelen registrar todas las sensaciones que esto conlleva y lo que ocurre es que esto se transmite a sensaciones físicas del cuerpo. Estas sensaciones físicas como el dolor de cabeza o gastritis pueden incluso desarrollar condiciones médicas más serias como úlceras, psoriasis entre otras. Por ello, es sumamente importante saber que siempre pueden pedir ayuda a un profesional de la salud mental como un/a psicólogo/a.

Tratamiento informado en trauma

En primer lugar, una aproximación de tratamiento hacia las personas que han sufrido trauma, valida lo dolorosa que ha sido su experiencia, ya que muchas veces se han visto invalidados por la forma en la que se sintieron a partir de la misma. Se les ha dicho que «no es para tanto» o que «hay personas que la han pasado peor». No obstante, el malestar no es una elección. Las personas no deciden que las situaciones les afecten y cada persona reaccionará de forma diferente a una misma situación, eso es lo que nos hace humanos.

En segundo lugar, se toma en consideración los recursos de la/él consultante más que la situación traumática en sí. Es decir, se entiende que la persona ha vivido una o repetidas experiencias que la/o han llevado a consulta, pero se resaltan las fortalezas de la persona que han hecho que sobreviva a todo ello.

En tercer lugar, se trabaja junto con las/os consultantes técnicas para regular el cuerpo, y por ende el Sistema Nervioso. De esta forma es que se regulan tanto los sentimientos como las conductas disfuncionales. Por ejemplo, se emplean técnicas sencillas como lavarse la cara con agua helada, sostener por unos minutos unas bolsas de hielo, o comer un caramelo de menta.

Mientras la persona aprende nuevas herramientas para autorregularse, se construye con la/él consultante una nueva forma de ver su vida. Se reconoce lo doloroso de haber vivido el trauma, pero no como una sentencia de por vida, si no como algo que pasó y la responsabilidad de sanarlo recae en uno mismo.

Escrito por:

Isabela Reyes Gonzales
Estudiante de Psicología de la Universidad de Lima.